Los candidatos a alcaldes y concejales ya están autorizados para hacer propaganda electoral en radios, medios escritos y redes sociales. Ad portas de las elecciones municipales es interesante conocer qué quieren decir los partidos políticos con sus logotipos.
Las campañas políticas ya comenzarán a invadir las calles y los medios de comunicación, espacios donde los partidos tratarán de dar a conocer sus principios y a los candidatos que postulan a las elecciones municipales. Una parte esencial de esa tarea es el logo, esa marca gráfica que representa a cada institución.
“Los logos son el primer paso de la identidad de cualquier institución, es como la foto carné, lo primero que se ve al exterior. Ninguna marca puede mostrar toda su identidad a través del logo y por ello se privilegian algunos conceptos por sobre otros a destacar. Una buena marca gráfica tiene que cumplir con una serie de parámetros, entre otros, la visibilidad, recordación y la pregnancia. La memoria humana tiende a eliminar detalles, por lo que los logos que tienen muchos detalles no sirven, porque la gente no es capaz de recordarlos y no conserva una imagen concreta de la marca. Una marca tiene que ser simple y fácil de recordar. Por eso, son tan famosas las marcas de Nike y Apple, porque la persona ve un símbolo y lo asocia con todo el relato que esa institución le está contando”, explica Carmen Gloria Contreras, docente de la Escuela de Diseño Gráfico de la Universidad del Pacífico.
En el caso de los partidos políticos, aunque los logos deben cumplir con las mismas exigencias que una marca comercial, éstos suelen compartir algunas características del ‘rubro’. “Los partidos políticos tienen menos visibilidad permanente que una marca comercial, ya que no tienen una difusión masiva continua. Por ello, los logos de los partidos políticos son en su mayoría fuertes, con letras de palo seco (sin grandes detalles) y usan colores primarios con una carga de nacionalismo, como el rojo y el azul”, describe la especialista.
En época de elecciones es cuando los logos y todo el aparataje propagandístico de los partidos políticos sale a relucir. “Es bueno que los logos se mantengan por un tiempo prolongado, para así quedar en la retina y mente de la gente, sobre todo cuando son marcas que no tienen mucha visibilidad como los partidos políticos. En las últimas elecciones, las marcas gráficas de los partidos políticos no aparecían en los afiches. En general aparecía el nombre del candidato, la lista y su foto, y el partido no, lo que tiene que ver con el desprestigio que tienen actualmente los partidos políticos como tales. Por lo tanto, hoy en día la visibilidad que tienen esas marcas gráficas es bastante baja. La gente vota por las personas y no por los partidos políticos como era antaño”, afirma Contreras.
La docente de la Universidad del Pacífico analiza al detalle siete logos de los partidos políticos chilenos, incluyendo el polémico cambio de la UDI:
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UDI: El cambio no les favoreció. El logo antiguo era corto, con rasgos fuertes, con colores y letras simples, sin grandes detalles, más una línea abajo y listo, lo que la convertía en una marca gráfica bastante recordable. El problema principal que se evidencia en el cambio de logo de la UDI es que pasaron de una marca gráfica que cumplía con los parámetros visuales más o menos bien, a una marca bastante ilegible. Primero, Unión Demócrata Independiente es un nombre muy largo para un logo. Además es una marca gráfica que es dura y rígida, y los cuadritos abajo aparecen como un desfile, algo muy alejado de la cercanía y soltura que quieren conseguir en su discurso público. Si querían mostrar el concepto de diversidad, no les sirve elegir cuadrados iguales y situar uno un poco movido, ya que ese problema de alineación se visualiza como un error y no como lo que se entiende por ‘anomalía’ en diseño gráfico, que es poner algo distinto para que la atención se focalice allí.
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RN: Renovación Nacional ha tenido varios logos, aunque siempre ha incluido una estrella, ícono que tiene que ver con la bandera nacional. Este es un conglomerado que se declara nacionalista, lo que se refleja en la estrella y en los colores blanco, azul y rojo. Uno de los mejores logos que ha tenido fue el que ubicaba la estrella entre la R y la N, lo que visualmente aparecía como un bloque integrado.
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PS: El Partido Socialista de Chile ha tenido el mismo logo toda la vida, el cual desde el punto de vista visual tiene bastantes problemas, pero funciona muy bien porque es súper reconocible. Están los símbolos de la oz y el martillo, significantes básicos en el discurso del conglomerado. Es una marca gráfica muy antigua y por ello se ha transformado en un emblema del partido, situación que también ha pasado con el Partido Comunista.
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DC: La flecha de la Democracia Cristiana atraviesa los dos movimientos más fuertes que existían al momento de su creación: el capitalismo y el marxismo. Aunque está hecha hace muchos años, funciona muy bien en estos tiempos, porque es una buena marca gráfica, muy recordable, fácil de reproducir y no tiene elementos en exceso.
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PPD: El Partido Por la Democracia tomó los colores de la campaña del No para hacer su logotipo, en un momento en donde se pensó como un partido instrumental para la recuperación de la democracia, por lo que estaba muy asociado a la campaña que se realizó para el plebiscito. Actualmente busca evocar ese arcoíris y esos ideales.
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Partido Humanista: Su logo es el símbolo del infinito. Esto es algo etéreo, que tiene poco que ver con lo social y la política, pero eso es porque este partido político va hacia otro público y tiene otras propuestas. El infinito es un símbolo que lo ocupan para muchos fines y, por lo tanto, no se asocia tan facilmente con el lenguaje visual de los partidos políticos.
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Evopoli: Esta marca gráfica se sale del rubro de los logos políticos, es decir, podría ser más de un producto de limpieza o de un producto para niños que de algo relacionado a la política. Está escrito con una letra manuscrita muy suave y además agrega un pajarito celeste. Los creadores del partido probablemente eligieron este logo para despegarse absolutamente del lenguaje político.