Según el reporte 2016 de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), organismo dependiente de la Organización de Naciones Unidas (ONU), el consumo de marihuana ha aumentado en Chile. Información que es corroborada por Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (SENDA), que indica que el consumo de mariguana se elevó de un 7,1% observado en el año 2012 a un 11,3% en 2014.
“Una posible explicación a esta alza es que se observa en la actualidad una disminución en la percepción del riesgo experimental y habitual por parte de los jóvenes, detectándose un aumento significativo en personas que declararon haber usado la marihuana por primera vez durante el último tiempo”, comenta la docente de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad del Pacífico, Susana Arancibia.
La profesional, quien también es académica del Magíster en resolución de conflictos y mediación sociofamiliar y del Magister en familia, infancia y adolescencia de la casa de estudios, agrega que probablemente el aspecto más complejo está asociado a un descenso significativo de la desaprobación parental. “En otras palabras, los padres teniendo conocimiento del consumo de sus hijos, han dejado de percibirlo como un acto peligroso. Tal situación da cuenta de que la población en general vive un cambio en la percepción de riesgo, hecho complejo y que es necesario clarificar”, advierte.
Un elemento que colaboraría a este actuar son los avances científicos que han permitido desarrollar múltiples sustancias beneficiosas para la salud a partir de los componentes de la marihuana, así como de muchas otras plantas. “Se ha descubierto que la planta de la marihuana contiene más de 400 componentes activos, cuya toxicidad es en la mayoría de los casos desconocida; también se han detectado alrededor de 66 cannabionoides, componentes o ingredientes activos que pertenecen a una clase de moléculas encontradas en el cannabis, que se ha utilizado durante siglos como medicina. El estudio de estos componentes aislados y tratados científicamente ha demostrado que ayudan a combatir enfermedades tales como el cáncer, cierto tipo de epilepsia, endometriosis, atritritis reumatoide, parkinson y psoriasis, entre muchas otras y se ingresa al organismo principalmente vía tópica u oral”, explica.
Sin embargo, la experta es enfática en aclarar que un escenario distinto lo constituye el uso de la planta como “hierba”. “Técnicamente no se pueden separar los componentes beneficiosos de la planta de los aspectos tóxicos que posee, por tanto, cuando se utiliza con fines terapéuticos o recreativos, las personas ingieren ambos”, acota.
Dentro de los aspectos negativos de la marihuana, Susana Arancibia plantea que “con su consumo se encuentra la posibilidad de generar un síndrome que altera funciones cerebrales, tales como la memoria, el estado de ánimo, el sueño, el humor, la atención, la coordinación, la cognición, la percepción de tiempo y distorsión de la información, entre los más evidentes”.
Por lo mismo, científicos del National Institute on Drug Abuse (NIDA) de Estados Unidos han establecido una alerta mundial sobre los riesgos que el cannabis provoca en la salud mental y capacidades cognitivas de los adolescentes. “Ellos señalan que mientras más temprano se inicie el consumo, el daño neuropsicológico será de mayor gravedad”, afirma.
Por otra parte, según los expertos, el sistema nervioso central en los adolescentes es más vulnerable a sufrir alteraciones en su estructura y conexiones neuronales por la introducción de sustancias exógenas como el cannabis. “Generando conjuntamente con lo ya expuesto, no sólo el habitual síndrome amotivacional, que implica la apatía y desinterés por los estudios, sino que además aumenta la posibilidad de sufrir brotes psicóticos y en casos de predisposición genética, actuar como gatillante de la esquizofrenia”, alerta la psicóloga.
Por tanto, el consumo recreativo de cannabis se constituye por sí mismo en un riesgo que puede afectar no solo los estudios de los adolescentes, sino todo su desarrollo como persona. “Con todo, el mensaje que debiera transmitirse a los adolescentes y jóvenes es que si van a consumir marihuana, retarden su inicio todo lo que puedan, de manera que le den tiempo a su cerebro para que éste pueda madurar y desarrollarse. Respecto de los padres, asumir que las modas no siempre son sanas e informarse adecuadamente respecto del consumo de la marihuana medicinal y recreacional”, finaliza la especialista de la Universidad del Pacífico.