Investigadores de la Universidad Austral de Chile revelan la respuesta inmunológica del róbalo patagónico expuesto a distintas temperaturas tras ser infectado con Piscirickettsia salmonis, patógeno que causa Piscirickettsiosis en salmones cultivados.
El róbalo patagónico o robalito (Eleginops maclovinus) es un pez nativo que se distribuye en la costa de Chile desde la región de Valparaíso hasta Magallanes. Además de ser un pez eurihalino y euritérmico, es decir, puede vivir en aguas con un amplio rango de concentración de sales y temperatura, el robalito es fundamental para la pesca artesanal.
Este pez llamó la atención de un grupo de científicos chilenos debido a que su patrón de distribución coincide con el de las jaulas de cultivo de salmón en el mar, lo que significa que al cohabitar las mismas aguas y al alimentarse, en parte, de los desechos de las jaulas marinas del salmón, el róbalo patagónico podría, por una parte, verse afectado por patógenos como la bacteria infecciosa P. salmonis, agresiva y mortal para los salmones, y por otra, ser un vector de transmisión del mismo patógeno, llevándolo a otros lugares.
El sistema inmune de los peces tiende a variar con la temperatura del ambiente, por lo que el equipo de investigación del Laboratorio de Fisiología de Peces liderado por el Dr. Luis Vargas-Chacoff, académico del Instituto de Ciencias Marinas y Limnológicas de Universidad Austral de Chile (UACh), junto con la Dra. Danixa Martínez, bióloga marina, titulada del Doctorado en Ciencias de la Acuicultura (UACh), buscó evaluar el efecto de la temperatura sobre el sistema inmune del róbalo infectado con P. salmonis.
Para el experimento se usaron 180 róbalos capturados en su ambiente natural a 12ºC para luego ser transferidos al Laboratorio de Patología Acuática y Biotecnológica, de la Facultad de Ciencias Veterinarias (UACh), donde fueron mantenidos en estanques de 500 litros de agua marina a 12ºC por treinta días para su aclimatación. Posteriormente, se sometió a los peces a seis tratamientos experimentales diferentes.
“Los peces fueron sometidos a dos temperaturas: 12º y 18º C, ya sea por aclimatación, esto es, peces que estaban a 12°C pero que luego se les fue incrementando gradualmente la temperatura del agua, 1°C por día hasta llegar a 18°C, o por shock térmico, es decir, peces que estaban a 12°C, pero que luego fueron colocados bruscamente en estanques a 18°C. En paralelo, los peces fueron inyectados con la bacteria P. salmonis o con el medio de cultivo bacteriano, pero sin bacteria” afirma la Dra. Martínez.
Tras realizado los distintos tratamientos, se midió la expresión genética en el bazo y riñón anterior–tejidos primordiales para la respuesta inmunológica- del pez, concluyendo que la producción de anticuerpos era mayor en los peces que estaban sometidos a 18ºC, en comparación a aquellos que estaban a 12ºC, lo que quiere decir que la temperatura favorecería la producción de anticuerpos que combaten a P. salmonis en el robalito.
“El róbalo, en comparación con el salmón, pareciera tener un sistema inmune más eficaz para combatir P. salmonis. Intentamos detectar ADN de la bacteria en los tejidos del róbalo, pero no lo logramos, por lo que creemos que el róbalo batalla eficazmente para eliminar este patógeno de su sistema, por lo que difícilmente P. salmonis podría causarle la muerte como sí ocurre con el salmón. Esto también significa que la especie no sería un buen vector de transmisión, como se pensaba anteriormente”, concluye la Dra. Martínez.
Los hallazgos inéditos del estudio forman parte de la tesis doctoral de la Dra. Danixa Martínez y fueron posibles gracias al financiamiento de Conicyt (beca doctoral), DID-UACh, Fondap-Ideal Grant N° 15150003 y Fondecyt Regular N° 1160877.