Las fotos encontradas por la Policía en 2013 en el computador de la casa del joven Sebastián Bravo, entonces desaparecido, dio las primeras luces sobre el abuso sexual del que había sido víctima su pequeña hermana de siete años por parte de su madre, Mireya Sepúlveda, quien ayer recibió una cuestionada condena de tres años de libertad vigilada. Especialista de la U. del Pacífico entrega las claves para abordar adecuadamente a un niño que podría estar siendo víctima de abuso sexual.
De acuerdo a la Segunda Encuesta Nacional de Violencia Intrafamiliar y Abuso Sexual, realizada por Adimark el año 2012 a petición del Ministerio del Interior y Seguridad Pública, la edad del primer abuso sexual es en promedio a los 10,5 años, sin embargo también se observa una alta tasa de abusos entre los 4 y 9 años. En relación al abusador, el 87,3% corresponde a hombres, un 45,6% a conocidos no familiares y un 39,9% a familiares. Solo un 14,5% son desconocidos.
Por lo mismo, la docente de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico, Ximena Montero, indica que el principal elemento preventivo es que los padres o adultos cercanos mantengan una actitud de escucha, credibilidad y respeto por lo que los niños comunican cotidianamente desde que son pequeños. “Los niños, niñas y adolescentes deben sentir que los padres los van a apoyar, que pueden confiar en ellos si tienen dificultades, que los van a ayudar a resolver lo que los aqueja y que no serán castigados punitivamente o maltratados por lo que pueda ocurrirles o por sus errores”, explica.
La especialista enfatiza que ésa es la manera en que los niños, si llegan a ser víctimas de una situación de abuso, pueden acercarse y confiar este secreto a alguno de sus padres. “Hay que considerar que los niños y niñas temen que no se les crea, que se les culpe o castigue, o se pueden sentir responsables de los problemas que se puedan suscitar al develar una situación como ésta. Por ello, todo lo que se les diga ante una sospecha debe reforzar estas ideas: que se les cree, que se les protegerá, que no serán castigados y que la verdad los protege a todos, independiente de lo que esté sucediendo”, afirma.
La psicóloga, quien tiene 18 años de experiencia en intervención en temas de violencia, maltrato y abuso sexual, sugiere que en caso de sospecha de abuso se busque un lugar para conversar a solas y que resguarde la privacidad del niño, niña o adolescente, pues la presencia o cercanía de quien abusa, bloquea la posibilidad de develar.
“Es muy importante conocer si estamos dispuestos a escuchar lo que el niño tiene que decir, pues muchas veces los niños y niñas sienten nuestra resistencia y temen hacer daño, por lo que no abren la situación. Por esto, a veces es mejor pedir ayuda profesional y, si hay sospechas y signos, no quedarse con la primera respuesta del niño. Debemos recordar que pueden estar sintiendo temor, vergüenza y, muy probablemente, pueden haber sido expuestos a amenazas o chantajes emocionales para asegurar su silencio. Considerar también que el porcentaje de niños y niñas que se retractan luego de hacer un relato es altísimo”, advierte la experta de la Universidad del Pacífico.
Para iniciar la conversación, Ximena Montero aconseja asegurarle al niño el amor, la confianza y el apoyo incondicional. “Conviene mantenerse a la altura física del niño y niña, por ejemplo, invitarlo a tomar asiento, haciendo todo lo posible por ser empático y mantener una actitud tranquila. Hay que procurar que se sienta escuchado, acogido, creído y respetado a medida que va relatando los hechos. Se puede preguntar de manera abierta si alguien tocó su cuerpo o genitales, o le hizo otras ‘cosas sexuales’. Se puede preguntar por el signo que le hace sospechar o por algún indicador como la develación parcial del niño o niña. Por ejemplo: ´vi que dejaste una hoja sobre la mesa de tu dormitorio, donde decías que estabas sufriendo por un secreto… ¿Me puede contar más?… Quiero ayudarte en esto´”, precisa.
Considerando que este tipo de situaciones son muy delicadas, la docente de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico detalla algunos consejos al minuto de enfrentar la conversación con un niño ante una sospecha de abuso sexual:
Lo que hay que hacer:
- Crea en lo que el niño, niña o adolescente dice.
- Protéjalo.
- Evite el contacto con quien sospecha del abuso.
- Trasmítale que lo sucedido no ha sido su culpa.
- Haga la denuncia.
- Pida ayuda especializada a un equipo interdisciplinario.
Lo que no hay que hacer:
- Culpar al niño, niña o adolescente del abuso o de las consecuencias de su develación o denuncia. Se haya resistido o no, lo importante es no responsabilizarlo, incluso en los casos en los que el agresor ha logrado que colabore.
- Retarlo o castigarlo por lo sucedido. Nunca hay que abordar al niño con preguntas como: “¿Por qué no me lo dijiste antes? ¿Por qué dejaste que te lo hiciera? ¿Por qué no arrancaste, gritaste o le pegaste?”. Las víctimas nunca tienen la culpa. La culpa es siempre de quien agrede.
- Negar que el abuso ha ocurrido. No emitir frases como: “¿Eso que dices es cierto? ¿Estás diciendo la verdad? Es muy grave lo que dices, ¿sabes lo que pasaría si lo que dices es cierto? ¿Estás seguro? No es verdad, debes haberte confundido. No inventes esas cosas, no sabes lo que dices”.
- Mantenerlo en contacto con quien ha abusado o con quienes no le creen, puesto que pueden recibir presiones implícitas o explícitas para mantener silencio o retractarse.
- No interrumpir el relato. Si el niño o niña no quiere hablar, no lo presione. No haga preguntas innecesarias respecto a detalles. No enjuicie. No induzca el relato del niño con preguntas que le sugieran quién es el abusador o abusadora.
“La develación de un abuso sexual es un proceso altamente complejo y difícil de sostener. Siempre hay riesgo de que se mantenga oculto o que, una vez abierto, la situación vuelva a ser silenciada, con los costos para las víctimas. Lo que hagamos como personas y como sociedad a través de la prevención, la disposición a pesquisar, ver y escuchar, la forma en que reaccionemos ante una situación develada, el soporte legal y la respuesta que como país tengamos para proteger y restituir los derechos de las víctimas y sus familias, son cruciales para la posible reparación del daño y la prevención de nuevas victimizaciones”, concluye la docente de la Escuela de Psicología de la U. del Pacífico, Ximena Montero.