Nutrición: Adiós a la once

Una “once” puede llegar a aportar 1.200 calorías, acumulando una gran reserva de energía que no es utilizada por la hora en que se consume. Experta explica por qué este hábito de los chilenos es dañino para la salud.
Sentarse a “tomar once” es un clásico de toda familia chilena. Ya está tan arraigada en la cultura nacional, que está al mismo estatus que otros horarios de comida, como el desayuno y el almuerzo. Incluso, en algunas zonas del país, ya le está quitando el lugar a la cena, transformándose en la popular “once-comida” u “once-cena”. 
La once se acostumbra a tomar entre las 17:00 y las 19:00 horas, sirviéndose café o té, incluso muchas veces acompañada de la infaltable bebida gaseosa y pan —habitualmente marraqueta, llamada también ‘pan batido’ o ‘pan francés’; o de hallulla— con huevos, jamón, manjar, mantequilla, margarina, mermelada, palta, paté, queso o tomate. Ahora, si se quiere hacer una ‘once completa’, se pueden incluir berlines, calzones rotos, dulces chilenos, galletas, helados, jugo, kuchen, panqueques, picarones, roscas, sopaipillas, tortillas de rescoldo o torta. Si se toma once en un restaurante, el pan puede ser un sándwich elaborado, como un Barros Jarpa, un Barros Luco, un chacarero o un lomito”, describe la docente de Nutrición y Dietética de la Universidad del Pacífico, Claudia Narbona.
Con toda esa variedad, la especialista advierte que la once implica una alta ingesta de calorías. “Al principio la once era normalmente un vaso de leche y medio pan con algún acompañamiento, pero ahora ha pasado a constituir una gran reserva de calorías. Esta tradicional once nos está aportando entre 1000 a 1200 calorías, dependiendo de lo que comamos y cuánto comamos, pero en promedio se encuentra dentro de este rango. Si se considera el aporte energético adecuado y su distribución entre las comidas que realizamos al día, la once debería aportar sólo de 200 a 300 kcal, lo que dista bastante de lo que consumimos hoy”, asegura la ingeniera en alimentos.
Lo anterior, se agrava por la hora en que se toma la once. “Todo lo que consumimos en forma adicional en una buena y contundente once son calorías que no alcanzamos a gastar, ya que hoy la nueva modalidad es llegar a la casa, comer rápidamente un pan o más con diversos agregados, acompañado de una bebida gaseosa, té o café y un pastelito dulce para completarla. Luego de que se traga la once, cada uno se retira inmediatamente hacia su pieza u otro lugar de la casa, a ver televisión o al computador y, en el caso de los niños, a los juegos electrónicos, por lo cual todo va quedando como reserva en el organismo”, alerta Narbona.
Según la Encuesta Nacional de Consumo Alimentario realizada en 2010, los chilenos consumimos alimentos hasta en siete momentos durante el día: desayuno, almuerzo, once, cena y tres colaciones (mañana, tarde y noche). Además, un 80,2% de los chilenos asegura que sí “toman once”, siendo las mujeres las que reportan mayor frecuencia de consumo.
Además, en la zona central generalmente las familias han unido la ‘once’ con la ‘comida’ o ‘cena’, lo que ha dado paso al término “once-cena” u “once-comida”.
“Esto se debe al ritmo de la vida moderna, que ha ido modificando esta costumbre e incluso eliminándola, como es el caso de algunas partes de Santiago. La extensión de las horas de trabajo ha provocado, a veces, que la última comida del día sea una once abundante que sustituye la cena. Esta nueva modalidad de comida no nos ayuda, considerando que nuestro organismo necesita que comamos cada tres horas y que nuestras calorías diarias no superen las 2000 kcal”, asegura la académica.
Por ello, docente de Nutrición y Dietética de la Universidad del Pacífico asegura que se debe reemplazar la tradicional once u “hora del té” por la ingesta de alimentos más livianos. La once como tal se debe reemplazar por una colación liviana, compuesta de cereales, fruta, yogurt, pan integral, palta, quesillo, jamón de pavo, jugos de fruta, té o café, de modo que podamos saciar nuestra hambre en el horario que corresponde, de modo que el aporte de calorías sea el adecuado a la comida que estamos realizando”, concluye Claudia Narbona.

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